¡Saludos a todos!

Tenía muchas ganas de escribir este post, de volver al folclore japonés y a sus historias más tradicionales. Ha llovido mucho desde que publiqué el artículo Mis tres cuentos favoritos de Japón y creo que es hora de hacer una segunda parte con otras historias que he descubierto y que me encantan. En aquella entrada hablaba de El cuento del cortador de bambú, Tanabata y Momotaro, quizá, los tres cuentos japoneses más populares en occidente. Así que hoy voy a ir más allá, con el objetivo de mostrar cuentos más desconocidos pero, igualmente, con mucho encanto.

He de decir que este post sería imposible sin la labor de escritores como Grace James (1882-1964) y Lafcadio Hearn (1850-1904), que en su época viajaron a Japón e hicieron un gran trabajo recopilando los cuentos que allí escucharon para después acercarlos a occidente. Por lo que si estos cuentos os gustan, he de recomendaros los libros de ambos autores: Cuentos de hadas japoneses (Grace James) e Historias de fantasmas de Japón (Lafcadio Hearn), podéis encontrarlos editados por Satori y Edelvives respectivamete.

¿Empezamos?

 

1. Yuki-Onna

Nadie sabe por qué motivo el anciano Mosaku y su joven aprendiz, Minokichi, emprendieron un viaje en pleno invierno. En realidad no tiene importancia. Lo que sí es cierto es que el invierno es la peor época para viajar a pie en una región anegada por la nieve y el frío. Inevitablemente, de regreso a casa, se perdieron en mitad de una tormenta de nieve. Minokichi temía por la salud de su maestro y amigo, pero hubo suerte y encontraron una choza abandonada. La construcción no era gran cosa, pero les servía para refugiarse del viento y de la nieve. Agotados, cayeron dormidos en un lecho de hojas secas y cubiertos por sus capas de viaje.

En mitad de la noche, el viento había abierto la puerta de la choza de un golpe y Minokichi se despertó. No pudo evitar asustarse cuando vio entrar a una mujer bellísima, vestida de blanco, con los largos cabellos blancos cayendo hasta el suelo y una tez tan blanca como la nieve. La extraña, se acercó a Mosaku y sopló sobre él su gélido aliento. Después se dirigió a Minokichi pero se detuvo al mirarle la cara. “No puedo matarlo, es solo un hermoso y joven muchacho”, dijo la mujer, “no te mataré, pero júrame que no hablarás de mí a nadie, ni a tu padre, ni a tu madre, ni a tus hermanos o amigos, ni a tu esposa ni a tus hijos; si les hablas de mí, te mataré”. Minokichi hizo lo que la mujer le pedía y esta se marchó. Por desgracia, el viejo Mosaku estaba muerto.

Pasó un tiempo, y Minokichi regresaba a su hogar después de otro viaje, por el camino se encontró a una chica. Era muy bonita y estaba exhausta de tanto andar bajo el sol. Ella le preguntó el camino para llegar a Edo, pero él le ofreció poder descansar en su casa antes de seguir con su viaje. Así fue como la chica, llamada O-Yuki, no llegó a Edo, pues ella y Minokichi se enamoraron y se casaron, tuvieron muchos hijos y fueron felices.

Una noche, él contemplaba el rostro de su bella esposa iluminado por una vela, y le dijo: “me recuerdas a una mujer muy extraña que vi hace tiempo”. “Háblame de ella”, respondió O-Yuki. Entonces, Minokichi le contó todo lo que ocurrió la noche en la que Mosaku murió, había roto su juramento. Entonces O-Yuki lo miró furiosa y decepcionada: “has roto tu promesa, ¡yo era aquella mujer!, así que debería matarte, no lo haré, por nuestros hijos; pero he de irme y no volverás a verme”. Entonces, O-Yuki, se fue para no regresar.

Son muchas las historias que se cuentan de la Yuki-Onna, la mujer de la nieve, si quieres saber más de ella, puedes leer mi post sobre Yokai femeninos.

 

2. El desposorio de la hija del señor Rata

Nezumi, la Rata, era uno de los señores más importantes de su aldea, también era afortunado por tener una hija muy hermosa: una preciosa rata blanca. La joven alcanzó la edad adecuada para contraer matrimonio y el padre no dudó: su yerno debía ser el señor más poderoso de la región. Pero, ¿quién sería ese señor tan poderoso? Fue al templo y preguntó a un sabio monje, él dijo que sin duda, quien más poder ejerce sobre el mundo, sin contar a los dioses, es su Majestad el Sol. El señor Rata estuvo de acuerdo, por lo que se dirigió al Sol con su esposa y su hija y le ofreció a la segunda en matrimonio. El Sol se conmovió ante el ofrecimiento, pero tuvo que rechazarla, pues él no era el señor más poderoso: “la Nube es capaz de reducir mi poder cuando se lo propone”.

Convencido de que la Nube sería el marido idóneo, se dirigieron a ella y ella les dijo: “oh, me siento muy honrado y sería muy feliz al casarme con tu hija, mas no soy digno, el viento es más poderoso que yo”. Nezumi le preguntó dónde podrían encontrar el viento y la Nube le respondió que en el mar, allí es donde se mueve con más libertad. De aquel modo, la familia emprendió un largo y agotador viaje hasta la orilla del mar. Allí se dirigieron al Viento que les dijo: “yo soy muy poderoso, pero no tanto como el muro de vuestra casa, que es un obstáculo infranqueable para mí; él es el señor más poderoso”.

Hastiados, el señor Rata y su familia regresaron al hogar y Nezumi ofreció a su hija al muro como esposa. “¿Yo? ¿El más poderoso?”, dijo el muro, “no he visto señor más fuerte y poderoso que tu sobrino, señor Rata; ayer estuvo aquí y, por no rodearme, abrió un agujero a través de mí”. Abatido, el señor Rata no supo qué hacer, pero su hija mostró su determinación y decidió casarse con su primo, el señor más poderoso de la región.

 

3. En busca del fuego

Quizá alguna vez os hayáis preguntado porqué los insectos van a luz, por qué la buscan con ansiedad y anhelo cuando los quema y los mata. La razón es la siguiente.

Hace ya mucho tiempo, la Reina de las Luciérnagas moraba en una preciosa flor de loto que flotaba en un estanque. Todos los insectos la amaban y deseaban casarse con ella, por lo que la Reina les dijo: “dejad mi casa de loto, si me amáis, traedme el fuego y me convertiré en esposa de quien lo consiga”, tras decir esto, la Reina rio. Todos fueron en busca del fuego, libélulas, polillas y escarabajos se colaron en las casas en busca de las velas y los faroles encendidos. A veces, se juntaban tantos, que las personas pensaban que la luz se había apagado. Por desgracia, aquellas llamas quemaban las delicadas alas de los insectos, y estos morían para, al día siguiente, ser barridos y olvidados.

Mientras tanto, la Reina de las Luciérnagas era feliz en su flor de loto junto a un hermoso señor de las Luciérnagas. No necesitaba el fuego, lo tenía entre sus alas.

No importa cuando advirtamos a los insectos de esta cruel trampa, ellos persistirán en su empeño, cegados por la luz y por el amor a la Reina. Lo único que podemos hacer para salvarnos es quedarnos a oscuras.

Espero que os hayan gustado estos cuentos, a mí me encantan. He procurado que fuera una selección variada: una historia de misterio y terror; otra divertida y simpática; y otra romántica y triste. ¿Mi favorito? El último. Me gusta cuando a un fenómeno natural se le busca un sentido mágico y fabuloso.

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¡Gracias por leer y hasta pronto!

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