Una semana más La sombra del kitsune estrena nueva entrada. El verano ha sido largo y toca ir volviendo poco a poco a la rutina. Llevo todo el verano pensando en actualizar el blog, en hacer una portada bonita y ofrecer un regalo a mis suscriptores, y por supuesto he estado pensando en temas sobre los que escribir: mitología, reseñas… y me dije, ¿por qué no un post un poco más personal? Tengo la tendencia a pensar que esos artículos, en los que profundizo un poco en mí, en mis gustos y en mis experiencias interesan poco, aunque yo siempre me intereso por ese tipo de contenidos cuando se trata de otros autores. Lo comenté en Twitter y la propuesta tuvo buena acogida, así que ahí voy, derecha a hablar de una de mis mayores fuentes de inspiración: la música. Incluso inauguro una categoría llamada “Reflexiones”.

No solo de libros vive la escritora

Muchas veces me han preguntado qué otros autores me han inspirado. Normal, soy escritora, es lógico preguntar qué escritores han influido más en mi obra. Sin embargo, tengo la sensación de que en mi caso, aunque me gusta mucho leer, en mi vida ha tenido un mayor impacto el cine y, sobre todo, la música. No podría contar las horas y horas que pasé encerrada en mi cuarto escuchando los mismos discos una y otra vez, los ratos en la sección “Fonoteca” de la biblioteca municipal, las pilas gastadas en mi walkman, las letras que he llegado a memorizar desde que tengo uso de razón, la emoción con la bailo uno de esos temas que me llegan al corazón en casa o en un antro yendo de fiesta, las noches en vela escuchando una canción más…

Durante una etapa de mi vida bastante importante (desde los 15 años hasta los 30, momento en el que me convertí en madre y todo se puso patas arriba) no solo he escuchado música, sino que la he saboreado, la he rascado, he traducido sus letras y he profundizado en ellas. Lástima no tener talento musical o no haberlo trabajado, me gustaría aprender a cantar o tocar el violín.

Hablar de todos y cada uno de los artistas que me han entusiasmado es imposible, así que me centraré en aquellos que considero que más calado han tenido en mí y, por lo tanto, en mi obra. Es cierto que soy una escritora de katana y brujería, así que a simple vista dirás que qué tienen que ver estos grupos con los samuráis. Nada, no tienen nada en común, al menos a principio. Con todo, tanto mis personajes como los compositores de esas canciones tienen alma, unas emociones universales que pueden estar presentes en cualquier historia. Si a esas emociones le sumamos el gusto por el cine expresionista y de terror clásico, los relatos de Edgar Allan Poe, la mitología y el cine de Chambara… ¡Pum! Sale mi obra, pasada por mi filtro claro está, un filtro novato e imperfecto que tiene aún mucho que aprender.

Pero a lo que vamos…

¡Música, maestro!

Creo que es imposible desligar un arte de otro: una novela puede ser adaptada al cine, un poema puede ser cantado, un cuadro decora una catedral, una canción puede ser bailada… ¿Y cómo negar el valor literario de algunas canciones que son pura poesía?

Recuerdo el día que descubrí a Enrique Bunbury. Ya conocía de oídas a Héroes del Silencio, Héroes del Ruido los llamaba yo (Amaterasu, perdóname, no sabía lo que decía), por eso digo “descubrí”, porque no tenía ni idea de lo que me estaba perdiendo. Estaba yo en 4º de la ESO, imaginaos, una adolescente fan de Backstreet Boys y Laura Pausini, que no tienen nada de malo, pero si hubiera seguido escuchando aquel estilo mi obra y yo seríamos muy diferentes. Un compañero de clase, Manolo se llama, estaba escuchando música en su walkman y me pasó sus cascos, era la canción Infinito del álbum Pequeño de Bunbury. Sencillamente, me embaucó aquel vozarrón cargado de emociones. Mi amigo me dejó su casete y lo copié (¡qué tiempos!). ¿Y cómo no seguir tirando del hilo y dar una nueva oportunidad a aquella banda ya disuelta llamada Héroes del Silencio? Así que poco a poco dejé el pop melódico y me pasé al rock (aunque aún disfruto de artistas pop). Si no has escuchado Infinito, aquí la tienes, a mí ese “me calaste hondo” me caló muy hondo, literalmente. Y por cierto, en el vídeo salen Morti y el cantante de los Elefantes, ambos muy interesantes.

 

Te preguntarás, “¿y qué tiene que ver Héroes del Silencio con tus libros?”. Sin exagerar en absoluto puedo afirmar que su música me descubrió un estilo literario y unos escritores que yo no había conocido hasta el momento. El disco El espíritu del vino tiene unas letras de lo más peculiares y para mí es el mejor de su carrera. Digo que sus letras son peculiares, pero en realidad son románticas, no románticas de amor y esas cosas, sino que sus ideas y conceptos recuerdan a la literatura del romanticismo. “Se te va la olla”, pensarás. Casualidades de la vida, tuve la suerte en el instituto de dar una asignatura optativa llamada Literatura Universal (éramos seis en clase, ¿os lo podéis creer?). Coincidió que me encontré con la canción El camino del exceso en la que mencionan a un tal William Blake y un Templo del Saber. Le pregunté a la profesora y me dijo, “ah, sí, William Blake, pero ese destaca más por sus dibujos”. Fui al profesor de Historia del Arte y me dijo, “ah, sí, William Blake, pero ese destaca más por sus poemas”. Conclusión: me fui a la biblioteca. Allí encontré Canciones de Inocencia y Canciones de experiencia y, por su puesto, Los proverbios del infierno, entre los que destaca:

El camino del exceso lleva al Palacio de la Sabiduría.

Y aquí tienes la canción de Héroes del Silencio, inspirada en este proverbio pre-romántico.

Aquella relación fue para mí un gran descubrimiento, tened en cuenta que entonces mi acceso a Internet era muy limitado, por no decir nulo. Entre eso y que, debido a mi entusiasmo la profesora de Literatura Universal profundizó más de lo esperado en el Romanticismo (en Literatura estándar solo pude ver a Bécquer y La canción del pirata de Espronceda), comencé a dotar de significado a aquellas letras que, en un principio, sonaban extrañas y sin sentido. Vi en El espíritu del vino aquella misma filosofía (aunque hay muchas variantes y no puede definirse todo el movimiento en tres líneas): ansias de libertad individual y ruptura con lo establecido (Culpable); rebeldía (Los placeres de la pobreza); fascinación por culturas extranjeras (especialmente la asiática, escúchese Flor de loto o Tumbas de sal); religión puesta en duda o ateísmo directamente (Tesoro y en otros álbumes Oración y Decadencia); amor por la naturaleza que no ha sido tocada por el hombre y nostalgia por los paraísos perdidos y la infancia (Bendecida).

Héroes del silencio en Shirukuni

En fin, que la banda maña me llevó de la mano a descubrir todo un estilo musical, literario y más tarde cinematográfico que más ha calado en mi vida. No tengo mesilla de noche, pero si la tuviera mi libro de cabecera sería Adonais de P.B. Shelley, una bella elegía en homenaje a John Keats. Mira este conmovedor pasaje y me comprenderás.

“No me dejes demente, desconsolada y triste

igual que el mudo rayo deja a la noche oscura!

¡No me abandones!…

…¡Permanece un instante! Háblame una vez más.

Bésame tanto tiempo como un beso

pueda durar; y en mi cerebro ardiente

y aquí en mi pecho descorazonado

esas palabras, ese beso serán los únicos

que sobrevivirán

alimentados por las más tristes memorias,

ahora que estás muerto, como si fueran parte

de ti, ¡mi Adonais! ¡Diera todo cuanto

soy por estar como tú ahora!

¡Pero al tiempo me encuentro encadenada

y no puedo marcharme de la vida!”

(Fragmento de Adonais de P.B. Shelley, traducción Lorenzo Peraile).

Aquí te dejo el poema completo recito por el gran Vincent Price:

De manera inevitable, hay algo de ese espíritu del vino y de los poetas satánicos (Shelley, Byron y Keats) en mi obra. Algo de esa oscuridad, ese anhelo de romper con lo establecido que hay algunos de mis personajes y, ¿por qué no decirlo? La fascinación por un Japón feudal ya desaparecido, uno de esos paraísos perdidos, es de lo más romántica, ¿no crees? De hecho, la figura del samurái en la que me inspiro parte de esa romantización más que del samurái histórico.

Y por supuesto, al hablar de Héroes del Silencio, he de hablar de sexo, o de como ellos hablaban de sexo, más bien. Sí, estos señores tienen unas letras de lo más sensuales, y no solo por la famosa “blanca esperma resbalando por la espina dorsal” de La chispa adecuada, o por La espuma de Venus, sino por otras canciones quizá más sutiles pero evidentes si nos fijamos un poco. En su momento analicé al detalle las canciones Bendecida, Bendecida 2 y La chispa adecuada (llamada Bendecida 3 en el álbum Rarezas). Estas tres canciones hablan de la relación de Bunbury con una novia que tuvo llamada Bendetta Mazzini. La primera habla de la relación en sí, de la pasión; la segunda de la ruptura y la tercera de la añoranza. Hay elementos que se repiten de una canción a otra, como un león domado que termina sonriendo a las paredes pintadas de tristeza. Confieso que me cuesta horrores escribir escenas eróticas, no me cuesta hablar de sexo, así que no creo que sea por pudor, sencillamente, es que no me sale. En Shirukuni vol.1 El resurgir de la sangre hay una, muy breve, pero la única. Con todo, en Shirukuni sí hay sexo, especialmente en el vol.2; quizá el mostrarlo de una manera más insinuada, como un suspiro haya sido algo aprendido de Héroes del Silencio, o eso quiero pensar… a lo mejor estoy siendo muy optimista.

 

Donde sí veo como la música de Héroes del Silencio ha repercutido en mi obra es una serie de temas o actitudes de los personajes. En primer lugar, ese gusto por una cultura lejana y perdida, por la figura del samurái y del ronin, es muy romántico. En segundo lugar, en varios de mis personajes existe un deseo latente de huir, de cambiar… Muchos cuestionan ese sistema en el que viven y las normas a los que son sometidos (Hikari, Eriko, Mansai o los perversos Naizen y Kenichi). También hay personajes que sufren una tremenda nostalgia por el hogar, por la infancia y por los tiempos pasados (Kiyoshi, Shiuzu, Kaede…). Os anticipo que al menos un personaje hará realidad sus deseos y romperá con todo, pero no diré quién.

Héroe de leyenda

Por último, comparto contigo un tema de Héroes del Silencio, pero no será del Espíritu del vino, disco que te recomiendo escuchar con detenimiento si no lo has hecho ya. Te dejaré la canción Héroe de Leyenda. ¿Por qué? Porque hay un personaje de Shirukuni vol.2 La Leyenda de los Tres Brujos que es un héroe como el de la canción. No fue intencionado, simplemente, al corregir ese pasaje pensé, “ostras, ¡cómo me recuerda a esta canción!” ¿Casualidad? O la semilla que se puso hace años en mi cerebro ha crecido hasta convertirse en esa trama y en ese personaje? En cualquier caso, no diré de qué personaje se trata, tendrás que descubrirlo tú. La versión que te dejo es la del álbum Rarezas, que me parece sublime. Hay que decir que esta es una de las primeras canciones de la banda y la letra es bastante sencilla, nada que ver con lo que vino después en El espíritu del vino o Avalancha y a cada uno puede recordarnos a cosas distintas, esa es la magia de la música, ¿no?

Y si no puedes escuchar, aquí tienes la letra.

Espero que te haya gustado este post tan personal, la verdad es que es un tema que me apasiona y no creí que me extendería tanto, por lo que he tenido que dividirlo, así que habrá más entregas. Si no te ha gustado el post pero no conocías a Héroes del Silencio y ahora sí y resulta que te gusta alguna de sus canciones, me doy por satisfecha. Seguiré pronto con otros grupos que me han influido. Si eres escritor o artista de otro tipo, te animo a hacer lo mismo, buscar obras pertenecientes a otro arte y pensar en cómo han influido a tus trabajos. ¿Me dejas un comentario compartiendo tu experiencia?

6 Replies to “No solo de libros vive la escritora (Primera parte)”

  1. Me haces pensar. Como normalmente uso la música como acompañamiento a todas mis tareas, cuando tengo que concentrarme, escucho bandas sonoras u otra música sin letras. Funcionó cuando estudiaba, cuando escribía mi tesis y por supuesto en mi labor creativa. Hay una infinidad de géneros musicales que casan muy bien con una infinidad de géneros literarios.

    Siempre he pensado que las letras me distraen, pero quizá he subestimado su poder intertextual. Igualmente me cuesta mucho más escribir cuando hay una letra de fondo (especialmente cuando mi trabajo y lo que escucho están en el mismo idioma). Si me paro a pensar, siempre escribo fantasía oscura y cuentos góticos, y la música que me gusta siempre tiene fuertes tonos emocionales y oscuros. Sin duda hay una conexión.

    Con respecto al Romanticismo, fuerza. El Romanticismo es inmortal.

    1. Muchas gracias por compartir tu experiencia. La verdad es que me ocurre igual, a la hora de escribir utilizo música instrumental como banda sonora, la cual influye directamente en el ánimo de los personajes y en el ritmo de la escena. Sin embargo, para el resto de actividades, suelo escuchar música cantada. Sobre música para escribir hablaré en otro post.

      Un saludo.

  2. Seven hells! El principio de este artículo casi lo podría haber escrito yo: ya somos dos las que tenemos más influencias musicales o incluso audiovisuales que literarias. Si me dieran un céntimo por cada vez que he escuchado una canción y me he montado toda una historia con ella, aunque fuera solo en mi cabeza… Además, puedo suscribir al cien por cien lo de que gracias a la música (o las series, o los videojuegos, pero en mi caso con la música lo que más) acabas interesándote por otras cosas: a ti Bunbury te condujo a la poesía romántica; a mí, “To France” de Mike Oldfield me hizo querer conocer la historia de María Estuardo.
    Por cierto, yo también soy fan de los románticos y me identifico mucho con sus temas de la rebeldía, los antihéroes y el paraíso perdido. Ahora tengo más ganas de avanzar con Shirukuni, que por ahora llevo solo un par de capítulos (en digital suelo ir mucho más despacio).
    ¡Nos leemos!

    Kate

    1. Hola, gracias por tu comentario y por leer Shirukuni :). También soy de esas que se montan videoclips en la cabeza. Un placer leer tu experiencia, la vida de María Estuardo es fascinante, a mí me llegó por una biografía de ella que me regalaron y me resultó de lo más emocionante.

      ¡Un abrazo!

  3. Enhorabuena por el post, me encantan los que son tan personales y permiten conocer un poco más a quien está al otro lado de los textos.

    Yo soy un enamorado de la música. No me imagino mi vida sin ella. No soporto el silencio total, y la música siempre me acompaña allá donde voy. Tengo que reconocer que no soy muy fan de Bunbury, pero es único e irrepetible.

    Yo, al igual que tú, uso música instrumental para escribir. Depende de la escena escojo una más tranquila o más movida. Al principio ponía todo tipo de canciones, pero al releer las escenas vía que metía palabras sueltas de las letras sin querer, y era un caos. Pero para conducir, por ejemplo, cuando estoy solo suelo poner grupos tipo Nightwish.

    Estoy planteándome, en mi blog, compartir un artículo donde recomiende qué canción poner en las escenas claves. Creo que es un plus que ayudará a introducirse en las escenas.

    Un fuerte abrazo y espero más artículos de este tipo.

    1. Muchas gracias por tu comentario, Aritz. Pues estaría encantada de leer un artículo tuyo sobre la música y sobre qué escuchar al leer tu libro. Un abrazo.

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