Hoy es el Día de la Mujer y es por ello que me he animado a escribir este artículo (bastante más largo de lo normal) en el que hablo de mi obra y de mis pequeños granos de arena para dar visibilidad a los personajes femeninos. Cuando una se pone a escribir ignora a cuántas personas llegará y, ya sea una o sean mil, se siente responsable del mensaje que transmite. Es un mensaje enviado desde mi casa, desde mi cabeza y desde mi ordenador al mundo y a aquellas personas que quieran acercarse a la obra. Tal vez esas personas puedan contarse con los dedos de una mano, aún así, asumo la responsabilidad de intentar hacerlo bien. Y es que se me hace muy difícil mantener este trabajo completamente ajeno al mundo real, al mundo en el que vivo y en el que mi hija crece. Por eso, no es que me haya esforzado, es que me ha salido del corazón, intentar crear una historia feminista; es decir, un mundo y un libro en los que los personajes femeninos tienen tanta fuerza e influencia como los masculinos.
Shirukuni como sociedad
Sé que a muchos les sonará extraño, parece que damos por hecho que un sistema feudal como el de Shirukuni ha de ser machista; pues históricamente el feudalismo (tanto el nipón como el europeo) han sido machistas; pero, ey, que es fantasía. Sí, Shirukuni es un mundo feudal con un sistema de castas muy marcado, tenemos a la clase imperante, la samurái, a los heimin (criados, campesinos…), eta (enterradores, curtidores…), etc. Dentro de la casta samurái hay estamentos, en lo alto está el Shogun (dictador militar), después la nobleza de las Grandes Casas elementales y los samuráis corrientes de clases vasallos. Si al nacer eres el primogénito (o primogénita) del Shogun, al crecer serás Shogun. Hay cierta flexibilidad gracias al matrimonio, por lo que un samurái puede entrar a formar parte de una de las Grandes Casas casándose con uno de ellos; pero es imposible que un heimin se convierta en samurái.
Y tras esta breve aclaración, que alguien me explique qué necesidad hay de que este mundo sea machista y patriarcal. De hecho Japón, antes de la llegada de los chinos, era una sociedad matriarcal. Quizá hayas leído sobre Himiko, personaje histórico en el que me inspiré para crear a una de las líderes más enigmáticas y poderosas de Shirukuni. Si naces en Shirukuni importa en qué familia lo haces, pero si eres hombre o mujer no tiene ninguna relevancia. Todos acceden a la misma formación y a las mismas oportunidades. De esta manera, tenemos a mujeres guerreras, generales, daimyo… Y tenemos a hombres artistas, políticos y dedicados a la prostitución. De hecho, las oiran en Japón eran prostitutas de lujo, resumiendo mucho; pues en Shirukuni, un oiran puede ser hombre o mujer y, por supuesto, los clientes pueden pertenecer a ambos sexos.
De verdad, a la hora de crear el mundo, esto no me resultó muy complicado.
Creación de personajes femeninos
Pero una cosa es crear el mundo y otra trabajar los personajes de manera igualitaria, es decir, dando a los femeninos el mismo peso y profundidad que a los masculinos. Ha sido complicado no caer en clichés, como la princesa rescatada o machirulos con masculinidad tóxica. Pero, ¿qué pasa entonces? ¿No puede haber personajes tóxicos y villanos? Por supuesto que los hay, sin embargo procuro no convertirlos en héroes sino dejar claro que ese personaje en cuestión es un capullo; me he negado a romantizar abusos, malos tratos y violaciones.
Así que, decidida a tener personajes femeninos variados, fuertes y con carácter, creé a Hikari, Shiuzu, Yaeko, Eriko y no sé a cuántas más. A la hora de construirlos suelo utilizar fichas, por lo que debo perfilar los mismos aspectos tanto en hombres como en mujeres y el sexo es solo una característica más. ¿No sabes de qué tipo de fichas hablo? En este post lo explico. Es curioso, porque algún lector me ha dicho al terminar Shirukuni vol. 1 El resurgir de la sangre que podríamos cambiar el sexo de todos los personajes y no quedaría raro. Aquel comentario me llenó de alegría.
Relaciones con los hombres
Como digo, no solo hay que trabajar para crear personajes femeninos potentes, también hay que cuidar a los masculinos. Siendo un mundo no machista, no tendría que sentido que todos los hombres rezumaran masculinidad tóxica y, si os digo la verdad, en algunos puntos tuve que reflexionar y echar marcha atrás. Me explico. En Shirukuni vol.2 hay un par de rupturas (ambas relaciones heterosexuales) y es ella quien finaliza la relación. En uno de los casos, mi primer pensamiento fue que él tuviera una reacción violenta y desesperada al perder a la mujer amada; después eché el freno. Hasta el momento ese hombre ha tenido un buen comportamiento, tiene sus virtudes y sus defectos, claro está, pero trata a los demás con educación y respeto. Está locamente enamorado y haría cualquier cosa por la mujer que ama, por eso su reacción no puede ser violenta, porque LA AMA. ¿Qué hace? Se jode. Llora y acepta que la ha perdido. Sin insistir, sin chantajes y sin comportarse como un miserable. Como debería ser siempre, vaya. Odio cuando en cine y literatura se romantizan los abusos, ¡y yo estuve apunto de hacer lo mismo!
A lo largo de la planificación de Shirukuni he descartado acosos, abusos y violaciones, más que nada, porque no aportaban gran cosa. Entonces, ¿hay que ser políticamente correctos? No me refiero a eso. En Shirukuni vol.1 hay una violación. Un tipo, que es un capullo y se le ve venir viola porque está ávido de poder, considera que ese es su derecho porque ella tiene un estatus inferior, y porque es gilipollas. Sin más. Esto no significa que todos los escritores deban hacer lo mismo que yo, pueden tratar el tema del maltrato o abusos si así lo desean; por mi parte, viendo que el tema principal de Shirukuni es “equilibrio entre luz y oscuridad” no veo necesario recurrir de nuevo a esos a temas y menos aún para normalizarlos.
Hay villanos y villanas psicópatas y sádicos que hacen daño porque, joder, son mala gente; pero no dañan a las mujeres por ser mujeres, dañan a otras personas porque pueden hacerlo y disfrutan con ello.
Embarazo, parto y crianza
Las cosas como son, las mujeres de Shirukuni son las que pueden parir y amamantar. Aparecen pocos niños en la novela, cierto, más que nada, porque se los protege y permanecen al margen de contiendas y asuntos políticos. Pasan la mayor parte del tiempo jugando y estudiando.
Cuando una mujer se queda embarazada no significa que esté enferma, por lo que puede seguir realizando sus funciones, por supuesto, hay excepciones y cada una decide cuánto puede dar de sí. En Shirukuni no hay quirófanos, ni salas de parto, ni epidural, ni oxitocina sinténtica, ni forcéps, etc., por lo que los partos son naturales. Eso implica que la mujer se mueve con libertad y adopta la postura que le parezca. Los partos son acompañados normalmente por otras mujeres de la familia o amigas elegidas por la madre, aunque si puede contarse con un yamabushi (maga) o comadrona, estupendo. Dado que es un mundo con magia, es raro que una mujer pierda la vida en el parto, aunque puede pasar.
Después cada mujer samurái elige cómo criar a sus hijos. En Shirukuni no existen los biberones, así que los bebés necesitan ser amamantados. Muchas mujeres optan por dar el pecho a sus hijos; otras los dejan al cuidado de un miembro de la familia y de una nodriza (normalmente de castas inferiores) para volver a sus funciones; y otras buscan un equilibrio entre ambas cosas. Es una sociedad que comprende que los niños son importantes y que hay que protegerlos, así que todos los residentes del castillo o aldea juegan un papel crucial a la hora de educar y brindar seguridad a los pequeños. Por supuesto, el entorno respeta las decisiones tomadas por la samurái; pues en mi opinión, en un mundo feminista, la conciliación no debe ser una fantasía.
En el vol.1 no aparecen partos, pero en el vol.2 sí y la verdad es que es una trama que me ha gustado escribir.
Ejemplos más destacados
Hikari
Como algunos sabéis, el germen de Shirukuni fue una partida de rol y Hikari era mi personaje, así que imaginad lo especial que es para mí. Normalmente, me asignan personajes buenos y, por una vez, quise jugar a ser la mala, así que diseñé a una joven cruel, perversa, manipuladora, egoísta y poderosa. Controla la magia de sangre y fuego, es hermosa, lo sabe y se aprovecha de ello; sin embargo, su aspecto es el de una joven inocente y honorable. Esta fue la primera descripción de Hikari. Con los años tanto ella como yo hemos crecido y cambiado y, aunque la esencia perdura, hay algo más en ella. Hikari tiene sus miedos, su pasado, sus debilidades y sus deseos.
Mi intención al comenzar a escribir esta historia era que fuera un libro coral, de manera que los personajes principales tuvieran la misma presencia; sin embargo, casi sin querer, he dado más protagonismo a Hikari. Si lees Shirukuni, te encontrarás a una mujer segura de sí misma que sabe jugar sus cartas y adaptarse a las circunstancias. Disfruta de su sexualidad sin remordimientos y con libertad y se apoya en otras mujeres. La interacción de Hikari con otros personajes femeninos tiene bastante importancia, aunque quizá parezca algo sutil. Su relación con su madre no es fácil. La que mantiene con Yaeko, su hermana mayor, es muy especial; me gustaría destacar una frase de su infancia que es recordada en el segundo libro: “no estaremos solas si estamos juntas”. Yaeko merecería un apartado aparte, pero no quiero extenderme demasiado ni caer en spoilers, sí diré que es una mujer comprometida a cuidar a su hermana pequeña y sus acciones, que pueden pasar desapercibidas, son cruciales para el desarrollo de la trama.
Su relación con otros hombres también me resultado curiosa a la hora de escribir, desde su complicidad con Katsu hasta su “falta de química absoluta” (como dice Aritz, mi lector beta) con Kiyoshi.
Shiuzu
Conocemos a Shiuzu en el capítulo 2, la encontramos siguiendo la pista a un grupo de hechiceros que han capturado a su hermano mellizo. De esta manera, quise romper con el tópico de la damisela rescatada, pues es ella quien salva a su hermano. Shiuzu es una mujer del sur, una zona un poco apartada que conserva sus propias costumbres ancestrales. Para crear a los Oguri de Kisarazu me inspiré ligeramente en Mongolia y para Shiuzu tuve muy presente a Khutulun, ¿no sabes quién fue? Te hablo de ella en este post.
Shiuzu es un guerrera especializada en arco, es honesta, leal a su familia y muy protectora con los que quiere. ¿Su principal defecto? No sabe cocinar, y si no, que se lo pregunten a Kiyoshi y a Katsu. Es un personaje que me resulta entrañable, tiene un buen corazón e intenta hacer lo correcto. Y no solo rescata a su hermano, en otra ocasión, ella y Yaeko salvan la vida de Kiyoshi y Kenji.
Mineko
Mineko es la hija de un señor feudal, esto no significa que viva como una reina; al contrario, es la hija del señor feudal más pobre de Shirukuni. Pese a todo, es feliz en su hogar. Mineko es la inocencia y el honor, es espontánea, dulce, amistosa y una crack en duelos.
Pese a su actitud infantil, es un mujer inteligente que sabe lanzar sutiles amenazas y advertencias, si es necesario plantar cara a sus hermanos mayores (que son un poco duros de mollera) lo hace.
Mujeres de la capital
No puedo extenderme mucho más así que haré una mención especial a las mujeres nobles residentes en Nara. Nos encontramos a Aone que ocupa un puesto en el Consejo del Shogun y en el vol.2 iniciará una aventura amorosa con un samurái mucho más joven que ella. Está Eriko, una de mis favoritas, odia vivir en la capital rodeada de petulantes cortesanos y le da asco la idea de casarse y tener que meterse en la cama con un hombre. Aunque el matrimonio en Shirukuni sea el convencional hombre-mujer, pues el objetivo es el de tener hijos, la homosexualidad se vive como el resto de relaciones, con discreción, y con quien te metas en el futón es cosa tuya. De hecho, todos mis personajes son bisexuales hasta que se demuestre lo contrario.
También hay una serie de mujeres que aparecen muy de fondo en el primer libro y en las que profundizo en el segundo, como Kaede, Asami y Fujitsubo. Para conocerlas, tendrás que leer los libros, pues aquí no quiero enrollarme más.
Me gusta pensar que mis lectoras se identificarán con los personajes que he creado y disfrutarán de ellos. Son mujeres que lideran, que gobiernan, que luchan. Algunas son hermosas seductoras que hacen lo que les viene en gana, se entregan a quien quieren sin sentir culpa, sin miedo a que las llamen “putas”. Otras son hábiles guerreras que rescatan a los hombres que aman, que renuncian a todo por las personas que quieren. Son mujeres que cuando dicen “no”, dicen “no”, aunque antes dijeran “sí”. Son mujeres que se apoyan entre ellas, mujeres que aman a quien les parece sin temor al qué dirán. Son mujeres que cumplen con su deber igual que lo hacen los hombres, mujeres que dan lo mejor de sí mismas. No he querido usar estereotipos como “la guapa”, “la guerrera”… Sino que he intentado hacerlas un poco más reales de manera que todas, siendo ellas mismas, son espontáneas y se adaptan a las circunstancias. Como en la vida.
Y por cierto, ahora mismo hay un concurso activo, así que se este post te ha inspirado puedes participar y crear un personaje para Shirukuni vol. 3. Te lo explico todo aquí.
Espero que te haya gustado este post. No suelo escribir sobre mi propia obra así que esta entrada es bastante especial, pero las mujeres de Shirukuni se lo merecían. Si quieres saber más sobre mi saga y leer un avance gratuito visita la web de Shirukuni.
Me encanta eso de que todos son bisexuales hasta que se demuestre lo contrario XD Aunque prefiero directamente que no exista la orientación sexual como contexto y cada cual se meta en el futón con quien quiera, aunque sea sólo a dormir. 😛
De hecho no se hace alusión a la orientación sexual de nadie, solo se muestra cuando la trama así lo requiere.
¡Gracias por tu comentario! 😉