Saludos samuráis en cuarentena. Aquí seguimos al pie del cañón, parece que el mundo se ha detenido y con él muchos proyectos (hoy debería haber sido la primera presentación de Shirukuni); pero debemos seguir avanzando por los caminos que continúan abiertos. El digital es uno de ellos, así que ya puedes hacerte con la antología Katana y brujería en Lektu mediante pago social, ¡un chollo! Para hacerlo, entra en Lektu.
Hace más de seis meses convoqué un concurso de relatos de katana y brujería, (aquí tienes toda la información sobre dicha convocatoria) y tras muchos quebraderos de cabeza y de rascar los huecos libres que he podido, puedo presentaros con mucho orgullo esta antología. Si eres seguidor de este blog, estarás familiarizado con el género katana y brujería; pero si te pilla de nuevas, te mereces una explicación. Espero que al llegar al final de este artículo tengas ganas de hincar el diente a estos fantásticos relatos.
Como si de un avance se tratara, he decidido incluir en este post parte del prólogo que he preparado para la antología.
¿De qué hablamos cuando hablamos de “katana y brujería”?.
«¿Qué es eso de katana y brujería?». Siendo breves, podríamos definir este género (o subgénero) como un derivado del clásico espada y brujería con una estética oriental; pero me gustaría profundizar un poco más.
Creo que ideé este concepto hace más de tres años cuando intentaba buscar una palabra que definiera mi saga literaria: Shirukuni. He de dejar claro que no me considero madre creadora de todo un género, este tipo de historias ya existían, pero aún no se habían aunado bajo una sola denominación.
Pero, ¿de qué tipo de historias hablo? Como verás en esta antología, son muchas las narraciones y los estilos que pueden ser reconocidos como katana y brujería y todos ellos mantienen una serie de rasgos o características en común.
Vayamos por partes y hablemos de la «katana», la espada japonesa por excelencia. El sable de un solo filo, delgado y ligeramente curvado que ha traspasado fronteras. Su silueta inconfundible ha conquistado el cine más allá de las películas de Akira Kurosawa o el anime. La cosa viene de lejos.
Hagamos un viaje en el tiempo. Imagina que eres un soldado estadounidense en la Segunda Guerra Mundial. Vas debidamente armado con lo último y, justo cuando entras en combate cara a cara con los japoneses, ves que se lanzan al campo de batalla esgrimiendo esas peculiares espadas. Tú y tus compañeros, si sobrevivís, recordaréis ese detalle (entre otras cosas), así que Estados Unidos pronto se llenará de historias y rumores sobre esos extraños combatientes que en pleno s. XX usan armas medievales. Y, por supuesto, esa romantización del guerrero japonés y la katana no quedó ahí. El cine es gran parte responsable de ello.
Los inmortales (de Russell Mulcahy, 1986) y Kill Bill (Quentin Tarantino, 2003), entre otras, son dos de las películas occidentales más populares que han popularizado esta arma. Por no hablar de todo el cine de serie B de los ‘80 y la cultura del videoclub, donde las películas sobre ninjas vivieron su máximo esplendor.
¿Es obligatorio que los personajes de las historias de katana y brujería porten katana? No necesariamente, pero sí veo imprescindible mantener parte de la estética o personalidad que suele acompañar a esos guerreros del Japón feudal, elementos más o menos sutiles que nos remitan a ellos o a su folclore. A esas leyendas que incluso podemos encontrar en Corea o China y que mantienen ese aire exótico tan diferente de los personajes e historias occidentales.
Por otra parte, he de hablar de la «brujería». Estas historias suelen estar cargadas de oscuridad: a veces se trata de una oscuridad evidente y amenazadora, otras, se refieren a una oscuridad latente en el ambiente o en el corazón de los personajes. Con todo, las historias de katana y brujería pueden gozar de finales felices (si el autor así lo desea), o finales neutros, de esos que dejan cierto sabor a esperanza amarga.
Esta brujería engloba una serie de elementos muy diversos: demonios, monstruos, hechizos, objetos encantados y, por supuesto, hechiceros de todo tipo. Por supuesto, hablo de criaturas pertenecientes al folclore asiático que es sorprendemente rico y variado.
«¿Y por qué llamarlo katana y brujería y no de otro modo?». Podría haberlo llamado chambara con magia, pero este término se me quedaría corto. Chambara es, en resumen, el género que engloba las clásicas historias de samuráis; sin embargo, hay historias de katana y brujería que no son chambara, como es el caso de los mangas Noragami (Adachitoka) o Blood, the last vampire 2000 (Benkyo Tamaoki), cuyas historias transcurren en la actualidad.
También leí en redes sociales la posibilidad de llamarlo katana y onmyodo y no me convence. El onmyodo es una disciplina esotérica, mezcla de ciencias naturales y ocultismo, originaria de Japón e influida por la cultura china, el budismo, el shintoísmo y el taoísmo. Aquellos que practican el onmyodo se llaman «onmyoji», el más famoso fue Abe no Seimei (921-1005) y se le consideraba una especie de mago, adivino y exorcista. Si quieres saber más sobre el tema, entra en este post. Pese a que la figura del onmyoji me resulta muy inspiradora (tengo a mis propios onmyoji en Shirukuni) me parece muy limitada y poco oscura, aparte de poco conocida en occidente. Brujería, en cambio, engloba cualquier tipo de hechicería o criatura sobrenatural peligrosa. Magia de sangre, monstruos, nigromancia… ¿Por qué poner límites?
Y ahora llega la última pregunta: «¿por qué editar esta antología?». ¿Y por qué no? Como amante de este género (prácticamente ha sido el único que he trabajado en los últimos cinco años), estaba deseando leer otras voces y descubrir las múltiples posibilidades que ofrece la katana y brujería y, por supuesto, tenía muchas ganas de que los lectores descubrieran esas historias conmigo.
Es decir, quería dar vida al género más allá de mis propias narraciones y me siento orgullosa de haberlo conseguido. Aunque yo solo hice la parte fácil: convocar un concurso en mi blog, La sombra del kitsune. Recibí muchos relatos, más de los esperados, y elegir solo diez no fue fácil. No tengo palabras para expresar la alegría ante la acogida, así que si estás leyendo esto y enviaste tu relato, gracias de corazón.
Además, tuve la gran suerte de contar con dos buenos amigos escritores como jurado: Aroa R. Zuñiga (autora de Proyecto: Data P) y Aritz P. Berra (creador del blog El constructor de mundos), con ellos la elección fue más fácil. Esta antología es lo que es en gran parte gracias a ellos y a su labor como jueces, así que desde aquí les doy las gracias.
¿Qué historias encontrarás?
Me gustaría dedicar ahora un breve espacio a los autores y a sus relatos (sin spoilers, palabra), también las primeras palabras de cada uno de ellos. Verás que son muy tentadores.
1. Kiba, de Ibán Manuel Sánchez Macanás
Este es uno de los relatos más introspectivos y su narración en primera persona y presente nos sumerge de lleno en el alma de la protagonista. La tensión se mastica casi desde el principio, poco a poco. Magia, forja de espadas, tristeza, venganza…
No es fácil doblegar a un oni. Quebrantar la voluntad de un alma impía es un arte que puede llevar toda una vida manejar. Mi tío necesitó más de tres décadas para atreverse a utilizar una sola gota de sangre demoníaca; yo tengo veinticinco años y una urna repleta de restos….
2. Inari reclama, de Alister Mairon
Inari reclama tiene un aire muy diferente a Kiba, tiene aire a cuento y a magia ancestral, aquella que nos lleva sin decirlo, al corazón del Japón más misterioso, en el que los dioses y los yokais juegan un papel fundamental en el devenir de los hombres corrientes.
La aldea estaba desierta cuando Rin llegó. Nadie salió a recibirla. Ni siquiera cuando la joven sacerdotisa se apeó de su caballo, atándolo junto al abrevadero de la plaza. De hecho, ninguno de los no más de cuarenta campesinos que habitaban en aquel lugar sin nombre la oyó aproximarse a la posada. Solo repararon en su presencia cuando la sacerdotisa penetró en la sala común del edificio, ataviada con su hakama roja y los cabellos, negrísimos, recogidos con cuidado.
3. El cazador de ogros, de F. J. Samanes
F. J. Samanes nos lleva de viaje en el tiempo. Apoyándose en un episodio histórico de la historia de Japón y España, nos presenta a Hiroshi, un experto cazador de onis que deberá atravesar océanos para cumplir con su propósito. Se trata de un relato dinámico y emocionante. Si queréis saber más sobre la embajada Keicho, podéis visitar este post.
Hiroshi estaba muy cansado. Tumbado boca arriba en el suelo miraba las nubes pensando que el cielo de Corea no era muy distinto al de Japón.
Cerró los ojos.
—Todavía no Hiroshi, aún eres útil entre los vivos.
La silueta de la cara de una mujer apareció cuando Hiroshi los volvió a abrir, una vieja conocida. Hiroshi le tocó el rostro.
—¿Pero qué haces? —dijo apartándole de un manotazo—. Vosotros los mortales creéis que podéis ir por ahí haciendo lo que os da la gana.
4. La bruja y la grulla, de Miriam Somolinos
Miriam Somolinos nos sumerge en un mundo mágico lleno de encantamientos, en el que los animales son yokais con almas. La autora se vale del folclore japonés para crear su propio escenario y unos personajes auténticos.
Además, la autora he realizado este fantástico dibujo de las protagonistas, ¿qué más se puede pedir?
Mi hijo se casó con una grulla. Él, por supuesto, no lo sabía cuándo se enamoró de ella; la conoció en su forma humana y se enamoró de su forma humana. Midori era un gran chico que siempre se preocupaba por los demás. Seguramente la grulla se acercó a él después de que Midori la ayudara. Ya sabes cómo son las grullas, después de salvarlas, se pegan a su benefactor hasta que sienten que ya no le deben nada. Mi intuición me decía que tarde o temprano algo así sucedería. Si mi hijo auxiliaba con tanta inocencia, tarde o temprano un yokai, un espíritu o un animal travieso acabaría por engañarlo.
5. Byakkotai, de Carlos Páez S.
Al igual que F. J. Samanes, Carlos Páez S. se inspira en un episodio de la historia de Japón que tuvo lugar durante la Guerra Boshin (1868-1869) y que simboliza el fin de la Era Tokuwaga y, por lo tanto, el fin de la casta samurái. Pero lo especial de este relato no es tanto lo que ocurre si no el peculiar punto de vista que utiliza… No digo más, prefiero que lo descubras tú.
—El castillo… está en llamas.
La joven voz se elevó entrecortada entre los sonidos de la batalla. Empequeñecida ante el lejano clamor de cañones y fusiles, entre la batahola de consignas, órdenes y gritos de agonía.
El fértil valle de Aizu estaba cubierto de humo, una mortaja gris sobre una nación orgullosa. En el centro, el pueblo en torno al castillo ardía en diferentes puntos, las llamas se elevaban sobre los tejados de mansiones y templos, como una barrera de luz y oscuridad en torno al palacio que desdibujaba la propia silueta de la torre contra las montañas.
6. La misión de Kazue, de Bruno de Paúl
Bruno de Paúl nos presenta un relato de chambara clásico, una historia sencilla cuya narrativa te atrapa hasta el final. Samuráis, batallas y elementos fantásticos que empujan la trama y se convierte en elementos clave en el desarrollo de la historia. ¿Logrará Kazue su propósito?
Todo lo que Kazue era capaz de oír era el repiqueteo amortiguado de los cascos sobre la nieve. Las ramas le arañaban la cara según dejaba atrás los pinos, pero ella ignoraba su azote y seguía exprimiendo las fuerzas del animal. En la grupa del caballo, el daimyo Hideyori Gushiken se bamboleaba con los brazos alrededor de la cintura de Kazue; dos saetas emergían de su espalda.
7. Venganza de sangre, de David Mancera Araujo
Este es un relato que sorprende desde el principio por su maravilloso estilo y por sus puntos de giro. La brujería está presente de una manera muy sutil y tienen más peso las acciones y las emociones del personaje protagonista.
El carcelero pasa ante la puerta enrejada antes de apagar la vela del pasillo con un largo matacandelas de hojalata. La celda queda en penumbra, apenas iluminada por la cuchillada de la luna en menguante, cuya luz furtiva se cuela a través del ventanuco. El samurái se reclina sobre el camastro y cierra los ojos, dispuesto a descansar un rato. Sabe que su asesino está en ese mismo pasillo, pero ni siquiera eso le impide quedarse dormido. Su respiración se convierte pronto en un gruñido suave, y sueña.
8. Lazos cortados, de Enrique Carmena
Enrique Carmena nos lleva a un mundo mágico e inalcanzable en el que los personajes se rigen por unas firmes convicciones. ¿Hasta dónde llegarías para alcanzar la gloria? Si alguien te ofrecería la oportunidad de encajar, ¿aceptarías sin más?
Allá donde las montañas se alzan más allá de los cielos, cortando las nubes y rozando las estrellas, cada ciudad se conecta por una red de puentes aparentemente infinita. A lo largo de generaciones la gente en estas tierras solo han conocido el mundo sobre los puentes, por lo que todo lo que queda en las profundidades y allende las cordilleras es un misterio que muy pocos conocen… y por ello, cada vez que surge alguien que asegura venir del exterior, se convierte en una leyenda.
9. Las sombras en la noche, de Pascual Delegido
Si buscas acción, este es tu relato. No es nada fácil narrar batallas y Pascual Delegido lo hace muy, muy bien; así que prepárate para el combate, seas samurái, hechicero o demonio. Este relato me sorprendió y estoy segura de que su final no te dejará indiferente.
La noche avanzó inexorable. El viento se volvió gélido y los insectos se sumieron en el silencio. La luna se tornó rojiza y las nubes aceleraron su marcha.
La hora se acercaba.
La treintena de siluetas que rodeaba la fogata miraba inquieta. Los veteranos que quedaban sabían que iba a ser como siempre. No era la calma antes de la tormenta, sino lo contrario: la propia naturaleza retorciéndose y quejándose por lo que iba a ocurrir.
10. La espada del sol, de Silvia Gallego
La espada del sol es el único relato ambientado en un Japón actual, en el que los yokais viven entre los humanos. Una prueba de que no toda la katana y brujería ha de ser chambara con samuráis por protagonistas: elementos mágicos, criaturas peligrosas, yakuza…
Abro los ojos, las blancas paredes me rodean. Un olor desagradable a orina sobrecarga mi olfato, haciéndome torcer la nariz. Me cuesta sentarme sobre el catre: el hambre y la sed hacen que el más sencillo de los gestos suponga un esfuerzo inconmensurable. Apenas tengo nada en esta habitación más allá de la ropa que llevo puesta y un par de libros ajados y amarillentos por el uso que se encuentran en una sencilla mesa de madera. Me arrastro hasta el mueble para coger uno al azar. Se trata de un viejo recopilatorio de relatos de ciencia ficción donde, entre otras cosas, se encuentra un relato de lo más repugnante sobre un hombre que va comiéndose sus miembros cercenados a la vez que los sustituye por partes robóticas para protestar contra el sistema establecido.
11. Asalto al castillo, de Carlos Plaza (mención especial)
Sé que en las bases especifiqué que habría diez relatos; pero todos los miembros del jurado estuvimos de acuerdo en hacer una excepción. Asalto al castillo es un librojuego, un relato estilo “vive tu aventura”. Sí, sí, en menos de 3000 palabras Carlos Plaza nos convierte en un ninja que tiene una importante misión, y tú, ¿lograrás tu objetivo o morirás en el intento?
Estás en el exterior del castillo, agazapado en la la maleza y oculto por la noche. Miras el castillo de Kojiro con una mezcla de determinación y miedo. Te has preparado a conciencia, y no debes dejar que las dudas te asalten… aunque siempre te queda un pequeño resquemor, por supuesto, ese temor a que tu entrenamiento sea insuficiente para la tarea que tienes que acometer. Alejas esos pensamientos de tu mente y te concentras en lo que debes hacer a continuación. Ves la alta empalizada, de al menos tres pisos de altura, y a los dos samurais delante de la puerta. Evalúas tus posibilidades: ¿escalar o enfrentarte a los guardias?
¿Con ganas de más? Pues no esperes y pásate por Lektu a por tu ejemplar digital a partir del 22 de abril de 2020. Y no olvides dejar tu reseña cuando lo hayas leído, los autores te lo agradecerán y yo también.
Aprovecho para desearte un feliz Día del Libro, aunque sea un Sant Jordi bastante atípico.