Esta semana volvemos a sumergirnos en el género de katana y brujería con Dororo (2007) de Akihiko Shiota. Este film está basado en una serie de manga clásica con el mismo nombre. No he tenido de ocasión de leer el manga, así que me limitaré a hablar de la película como obra en sí y no como adaptación.

Dororo: tragedia y oscuridad

Todo comienza en una tétrica noche de tormenta en la que un samurái, Daigo Kagemitsu (interpretado por un risueño Kiichi Nakai, al que ya vimos de villano en Onmyoji 2 y cuya reseña puedes leer aquí), sella un pacto con cuarenta y ocho demonios: ellos le permitirán ganar la guerra y convertirse en el amo y señor de un gran territorio a cambio de que él entregue a cada uno una parte de su hijo recién nacido. De esta manera, los demonios se reparten los ojos, las manos, los pies… del pequeño. La madre, Yuri (Mieko Harada), coge lo poco que queda de su hijo, lo coloca en una cesta y lo deja en el río, con la esperanza de que pueda salvarse. Un hombre encuentra a la maltrecha criatura y cuida de ella, se dedica a crear cada una de las partes que le faltan hasta recomponerlo. El niño crece y se hace llamar Hyakkimaru (Satoshi Tsumabuki). Se convierte en un cazador de demonios con el objetivo de recuperar lo que le fue robado y volver a ser un humano completo.

Por el camino, se encuentra con Dororo (Ko Shibasaki), una joven ladrona de lo más peculiar. El pasado de Dororo también es trágico: siendo una niña, sus familia fue masacrada por el tirano Daigo Kagemitsu (sí, sí, el padre de Hyakkimaru, casualidades de la vida). Dororo quiere ser fuerte y para ello se hace pasar por hombre, aunque no tiene mucho éxito y, sobre todo Kagemitsu, se da cuenta enseguida de que es una chica. Dororo busca a Daigo Kagemitsu para vengar a su familia, por lo que se une a Hyakkimaru en su viaje y lo ayuda en su cometido; él al principio no está muy de acuerdo pero ella insiste a ritmo de tambor. Entre ambos crece la amistad y forman una pareja con mucha química.

Por su parte, el villano incuestionable de esta historia se ha convertido en amo y señor, vive con su esposa con la que ha tenido otro hijo: lleva la vida que deseaba y todo a cambio de vender a su hijo a los demonios.

Dororo y Hyakkimaru se enfrentan a monstruos de lo más dispares así que a esta cinta no le falta acción y buenas escenas de lucha.

Efectos y música

Como podrás imaginar, al ser una historia de katana y brujería llena de demonios, los efectos especiales juegan un papel fundamental. En este caso, no es que sean el colmo del realismo, sino que resultan bastante artesanos en algunos momentos. Digamos que mezclan efectos digitales con marionetas secadas del almacén de los estudios Tojo. En lo que a mí respecta, les doy el aprobado.

La música de Yutuka Fukuoka y Goro Yusukawa merece una mención especial. Nos encontramos con piezas bastante tétricas y bien integradas y con otras más llamativas para escenas de acción clave, incluso hay una de lo más flamenca. En el trailer puedes escuchar un ejemplo de ambas:

Opinión personal

Debo confesar que la primera vez que la vi, me resultó un poco lenta, y es que por aquel entonces, yo no había visto mucho cine japonés y no estaba familiarizada con su lenguaje y sus tempos. En posteriores visionados la he disfrutado mucho y no se me ha hecho pesada en absoluto.

Dororo tiene todo lo que me gusta: katanazos, demonios, buenas escenas de lucha, un villano carismático, un poco de drama y un personaje femenino independiente y potente. Así que si eres amante del género katana y brujería, tienes que darle una oportunidad. Eso sí, aunque la historia tiene un final claro, queda abierta a una posible segunda parte, aunque después de más de diez años, no creo que llegue a hacerse.

Si te ha gustado esta reseña y quieres ver más películas del género, échale un vistazo al listado de este post.

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